Fue la invitada de honor del Programa «¿Dónde estás, corazón?». Una mujer con una gran carrera artística a sus espaldas. Una gran actriz muy querida y admirada y respetada siempre por los Medios de Comunicación. Una mujer, víctima, como tantas otras, de la infidelidad conyugal. Que ha tenido que soportar toda clase de ofensas y problemas a los que la ha llevado el que ahora es su ex marido, Paco Marsó, y durante muchos años manager y esposo «fiel» y «santo varón», que ella pretendía aparentar que era. Y cuando ya era imposible negar la evidencia, Concha estalló. Cuando ya estaba hasta el cuello de deudas y hasta la hija de él, siguiendo los pasos de su padre, una delincuente. Y ella tuvo que vender su casa de La Moraleja para pagar esas deudas en juego y a saber en qué más, que él a sus espaldas o no tan a sus espaldas iba contrayendo.
Concha es una gran señora y así lo demostró una vez más en esta entrevista. Sincera y abierta a la que nadie puede echar en cara que «mintiese» intentando guardar unas apariencias que ni siquiera una gran actriz como es ella pudo tapar. Media vida al lado de un parásito que debió de hacerla muy infeliz. Aunque ella no cuente detalles, se nota por su aspecto y el de meses atrás. Y es que Concha lleva en los ojos el espejo del alma. Un espejo que se empañó y se rompió, como ella reconoce, aun no queriendo hablar de esos detalles, pero con total respeto a los Medios de Comunicación, que a su vez la respetan a ella y respetan su silencio. Ahora, abiertamente, reconoce que vuelve a ser una mujer optimista, feliz y tranquila, aunque su vida le haya cambiado tanto, hasta el punto de haber tenido que cambiar una casa en La Moraleja por un sencillo piso, en el que se rodea de plantas, que hay vecinas que se empeñan en que quite, pero que son su vida y su ilusión. Aparte de sus hijos y su futuro nieto o nieta, que nacerá en otoño.
Una mujer llena de valores, de optimismo e ilusiones renovados, pero que, sin embargo, ya cierra sus puertas al amor tras la mala experiencia vivida. Ella misma afirma que una mujer de hoy no necesita a un hombre para salir adelante.
Trabajadora hasta el extremo de levantarse a las 4 de la mañana para a las 6 salir para el rodaje de «Herederos», papel que borda, y llena de ilusiones tras haber salido de la coraza que produce una vida como ese «señor» vividor le dio. Mal esposo, mal compañero y mala persona. Al que ella mantuvo durante muchos años, callando y ocultando todo lo que ha debido de sufrir mucho, hasta que logró quitarse la venda que produce estar enamorado-a hasta la médula. Ahora, afirma, tiempo al tiempo, para volver a ser la que era con la hija de su ex marido, que tampoco es que sea una alhaja de persona, sino una delincuente que ahora vende como el padre sus trapos sucios por los platós, pero a cuyo hijo Concha consideraba su nieto. Tiempo al tiempo, porque ahora necesita ese tiempo para ella misma, para curar esas heridas, que, sin lugar a dudas, son muy profundas.
Pero afortunadamente Concha ha salido adelante. Está radiante y enamorada de la vida. Feliz y entregada a su familia y a su trabajo. Una gran dama, sin duda, que merece ser feliz. Ojalá lo consiga.