Andrés Pajares. El triste ocaso de una estrella…
Hace meses que el popular actor, de 68 años, protagoniza el que podríamos denominar drama de su vida. Acaba de cumplir 50 años de profesión, y lo que era un sueño, se truncó en pesadilla. Quiso celebrar estos 50 años en los escenarios con la puesta en escena de una obra que tenía previsto ofrecer 50 representaciones. Una por cada año que lleva en la profesión, nada fácil, de actor. La obra, » A mi manera… de hacer», en el Teatro Arlequín, no tuvo el éxito esperado.
Quizá debido a que no se le dio el debido «apoyo» promocional, unido al elevado precio de las entradas, pudo ser el detonante para la poca afluencia de público. Al parecer, al menos debía superar el 20% del aforo y no fue así, en las 3 semanas que se mantuvo la obra en cartel. No superado el mínimo de espectadores, procedieron a retirar la obra. Lo cual no pudo, lógicamente, encajar Andrés, uno de los más grandes actores que ha dado la escena española.
Protagonizó un lamentable espectáculo, a la salida del Teatro, con los Medios allí congregados, aquel día en que acababa las representaciones y no menos lamentable espectáculo ya en el Hotel donde se alojaba, por lo que hubo de ser llevado al Hospital Clínico, no encontrándose restos de drogas, aunque sí una cierta tasa de alcohol, que tampoco era causa del estado en que llegó Andrés a dicho Hospital, por lo que procedieron a «atarle» hasta que se le hizo el reconocimiento y se le dio el alta, tras efectuarle la analítica. Tanto al Hotel como al Hospital, dijo que les pondría una demanda.
No faltaron rumores malintencionados, hablando de su supuesto consumo de drogas, algo de lo que su hijo le acusó, así como Conchi, su ex compañera sentimental, quien, en declaraciones para el Programa «¿Dónde estás, corazón?», quiso quedar como buena samaritana, supuestamente habiendo acudido, tras, igual supuestamente, haberla llamado él. Cosa que él negó rotundamente. Así como el hecho de haber intentado suicidarse, que también inventó Conchi.
No tardó su hijo, Andrés Burguera, en acudir al Programa para contar su versión, antes y después de ir él al programa, y acusar a su padre de drogadicto, de poco menos que loco, y hacer acusaciones muy fuertes hacia su progenitor. Que le debería dar vergüenza, si es que la tuviese. Dejar a su padre así de mal ante el público que le admira y aprecia. Un hijo al que él dice que echó de casa no como «maricón», como él dice que le echaron, sino como «gay», con «Visa». Y que ha vivido siempre a su costa y ahora vendiendo lo que sea verdad o mentira de su padre, no tienen derecho a airearlo en Televisión, sino a solucionarlo en su casa.
Es muy lamentable que tenga unos hijos así de vividores, a los que no les importa sino ir a cobrar dinero por sacar los trapos sucios de su padre. Y no caérseles la cara de vergüenza a ninguno, al decir que este problema que tiene ahora Andrés arranca desde hace años. Lamentablemente ha desembocado así de mal para él, y así de bien para las cuentas corrientes de ellos y de las ex.
Con semejantes hijos, no es de extrañar que haya acabado como está. En palabras de su propio hijo, «en su final». Temiendo, decía, en su primera aparición en el Programa, que su padre cometiese una locura, y justificando que le tengan tan abandonado. Cosa que, en todo momento negó. Siempre justificando el comportamiento agresivo de su padre, por la ingestión de drogas. Y hablando de los supuestos malos tratos que recibió tanto de su padre como de la entonces mujer, y madre de su hermana Mari Cielo, Chonchi Alonso, quien siempre ha hablado muy bien de él, habiéndolo considerado siempre como un hijo.
Posteriormente, fue Andres Pajares al Programa «¿Dónde estás, corazón?». Una entrevista tan esperada como decepcionante, para sus admiradores-as.Con cámaras de seguimiento, supuestamente con su consentimiento previo. En la que pudimos ver a un Andrés Pajares, que no es ni la sombra de lo que era, y que a todas luces se ha visto afectado por el fracaso de su obra con la que quería celebrar sus 50 años en escena, entregado a un público que ahora vemos con enorme pena cómo se fue el gran actor, y queda la persona, buena persona, pero terriblemente dañada por las lamentables circunstancias en las que se encuentra. Y terriblemente solo. Con unos hijos, a los que muy bien calificó de ser un «simple polvo». Y a los que debería caérseles la cara de vergüenza haber dado lugar y causado que su padre esté como está. Ellos son los únicos culpables. Porque debe de ser muy duro ver cómo unos hijos, a los que, sin duda quiere mucho, le han desprestigiado tanto y se han despreocupado tanto. Y todo por dinero, de programa en programa cobrando por airear trapos sucios de su padre, sean ciertos o no. Y con unas ex a cual peor, que igualmente han vivido de él y de su fama. Y de contar sus trapos sucios e intimidades.
Hace unos días pudimos ver lo que ya no deja duda acerca del estado del actor, como fue la irrupción en el bufete de unos abogados, armado con una pistola de juguete y un spray. Tras el consiguiente alboroto fue detenido, pasando la noche en la Comisaría. Lo cual, sin duda, ha agravado su estado. Y puesto en libertad con cargos, al cabo de unas horas que debieron de parecerle eternas. Hasta ser el detonante de otra «movida», esta vez en el Hotel en el que estaba alojado, en Barcelona,debido a una crisis de ansiedad, por lo que hubieron de llamar a la Policía. Le prestaron ayuda asistencial, sin, al menos por el momento, presentar denuncia contra él el propietario del Hotel y, pasando a ser atendido en el Hospital del Mar de Barcelona, para después pasar a ser ingresado en una Clínica, para su retablecimiento.
Al parecer, la única que se ha hecho cargo de ayudar a su padre, según palabras de los periodistas de «¿Dónde estás, corazón?», ha sido su hija Eva, a la que conoció hace pocos años. Y con la que parece tener muy buena relación, mientras que no lo es tan buena entre los hermanos.
Mari Cielo, quien no ha tardado en venir desde EEUU al Programa a «vender» una nada creíble imagen de «niña buena», y llenarse los bolsillos, aún no ha ido a visitar a su padre, del que dice que para qué, si no quiere verles y opina que sus hijos son un «polvo» simplemente. En en una mínima parte comprensible que una hija o hijo estén dolidos si su padre piensa eso de ellos, pero es que, no están demostrando ser ni eso. Y ahora va de buena y angelical criatura, hablando de las supuestas lágrimas de su madre ante la situación en la que se encuentra su ex marido. A buenas horas acuerdan a lamentar lo que todos ellos han provocado.
Al parecer y según versión de los pariodistas de «¿Dónde estás, corazón?», gracias a su hija Eva, ha accedido Andrés a ingresarse, reconociendo que tiene un problema.
Parece ser que el problema viene de 5 años atrás y ya ha estado en tratamiento psiquiátrico, pudiendo ser que haya abandonado dicho tratamiento por su cuenta, llegando a donde ha llegado.
Al popular actor, que el pasado día 6 de abril cumplió los 68 años, con tan extensa carrera y tan profsional, cuesta verle en el estado tan lamentable en el que está, o como estaba durante la entrevista en «¿Dónde estás corazón?» Quienes le admiramos, y sentíamos pena al verle así, en ciertos momentos de la entrevista preferimos pensar que era otra más de sus representaciones, pero la realidad era muy diferente.Andrés se mostró nervioso, eludiendo las preguntas, contestando disparates, con una fijación obsesiva por el sexo y unas respuestas monotemáticas que rozaban lo más vulgar, soez y chabacano, nada propio de él. Todo un caballero, a pesar de sus devaneos amorosos y sus «errores» sentimentales.
Todo un cúmulo de problemas que han hecho que esta gran estrella se apague, por desgracia irremisiblemente. Esperemos que haya marcha atrás y pueda recuperarse y volver a los escenarios. Mientras tanto, seguirá contando con el apoyo de su público y sus hijos con el desprecio que se merecen. Vergüenza les tenía que dar ir presumiendo de conocer a su padre y viviendo de vender los problemas que tiene su padre, en lugar de ayudarle a solucionarlos. Ojalá su hija Eva no persiga la fama y realmente le esté ayudando. Y pronto le volvamos a tener subido en un escenario, como el gran actor que es. Y reconozca que un fracaso en 50 años, no es nada, comparado con esos mismos 50 años de éxitos. Cuenta con el cariño y aprecio del público, que, sin duda llenará de nuevo los patios de butacas en sus representaciones, cuando se recupere. Esperemos que así sea.